18 abril 2011


SOCIEDAD LIMITADA     A mi hijo Sergio, el penúltimo apache.   
Seguro que la mejor historia juntos, será la que todavía nos falte por recorrer…
Transcurrirá en varios capítulos, como fascículos mensuales del kiosco. Y hasta que no acabe la colección, esperaré con ansia cada nueva entrega, de una historia que echo a andar, en los atardeceres del último milenio.
En la primera entrega publicaremos, esos inicios tuyos con la tabla de “Skate”, tu particular alfombra mágica con ruedas, que unido siempre a tus zapatillas, como si con adhesivo se tratase, parece gozar de vida propia, dando saltos y giros inimaginables.
Luego y mediando la primera etapa, vendrán esa medallas de oro, que a buen seguro irán cayendo en atletismo de medio fondo. Y si continuas con esa ilusión y la maldita rodilla te lo permite. ¿Quién sabe a donde te podrían llevar esas piernas?
Ahora que llevamos algún tiempo caminando juntos. Que no nos detuvo el sol más férreo, ni el aguacero más injusto. Que no nos importa ascender por las paredes más altas, ni cruzar los ríos más injustos.
Quizá, sea este un buen momento para detenerme a meditar y fijarme,  en lo mucho que me recuerdas a mí, en gratos y sencillos aspectos de tu vida: Como ese trato fácil en diferentes ambientes, o esa innata facilidad para rodearte de amigos.
Después, nuevas adquisiciones llenarán tu entorno, unas seguro te darán confianza y nuevos motivos para seguir caminando, mientras que otras restarán equilibrio al conjunto, pero estrictamente necesarias ambas, en cualquier sociedad limitada que se precie.
Una vez completado este primer bloque, y ya que el futuro sin llegar sólo se puede intuir. Posponemos la siguiente entrega, prometiéndote, que con sumo gusto te escribiré la próxima, si algún día, -espero todavía muy lejano,- te veo con un pañal entre las manos, y tu apache es la mitad de feliz que tú fuiste.
José Florín

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