18 abril 2011


La luna alumbra
a una noche clara
las estrellas brillan
como el lucero, del alma.

Veinticuatro de Abril
se apagó la llama
de un corazón cansado
que luchaba por alargarla.

Dejó su tierra
para venir a Fuenlabrada
acompañando a sus hijas
a las que ella amaba.

Su corazón dulce
fue, como la miel de su alcarria.
Lo trabajó con fuerza
para que no amargara.

Sus palabras tristes
alegres se notaban
de una mujer luchadora
que vivía y luchaba.

Se llevó el recuerdo
de unas dulces palabras
de su hija María Ángeles
que para ella, le recitaba.
Y a su hija Esther
como a una amiga, la llamaba
la tenía a su lado
para lo que la necesitaba.

Así era la señora Dolores
de muchas palabras
de una sonrisa corta
y de mucho amor, que daba.

Su yerno Felipe
la traía y la llevaba
siempre despacio
para que ella, no se mareara.

Fue la abuela
del nieto que adoraba
desde que fue niño
creciendo, le miraba.

Así se fue
con el recuerdo que guardaba
se fue a su tierra
y regresó a la Alcarria.

Descansa su cuerpo
en su querida tierra
donde están sus seres queridos
los que se fueron, antes que ella.


José Gonzalez

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